lunes, 4 de mayo de 2015

Escribir, pues somos tan ciegos, tan ciegos

                                                                                                                                                                                   Al final hice la película. Se hizo. Ella misma pidió cuerda, haló. Se volvió inevitable. Al final no la hice tan estrato 6 en su temática, ni con un camión de luces ni con gente que supiera de cine. Al final, la película me dijo: ¿quién los necesita?

Para empezar, por allá en diciembre, partí de la siguiente premisa: si quieres hacerla muy cine, necesitas 4 cosas técnicas, 1. encuadre con mucha ley de tercios, 2. profundidad de campo. 3. una buena dosis de contraluces y 4. una kinestesia adecuada.

Para lograr eso nadie necesita una súper cámara, ni 10 kilos de luz tampoco.

Entonces me di a la tarea. Fueron apareciendo cámaras, de amigos, de gente que me quiere, que sabe que para mi lo más importante era terminar esa película. 

Aparecieron muchas cámaras. Gratis.

 Otras cámaras de gente que creía de mi lado, resultaron no ser tan gratis, ni siquiera baratas. A veces lo más mercachifle del capitalismo viene de la gente que se dice ´socialista´. No los culpo. Son víctimas de una güevonadita que se tomó el medio y que consiste en cañar, en fanfarronear alrededor de quién tiene los mejores equipos de video (por favor: video). Cosa no muy distante de los mafiosos que se agarran a medir sus pistolas como extensión de sus chimbos o de los ricos comparando sus autos como extensión de… sus estatus, digamos. Lo anterior me lleva a pensar que nos falta mucho para que el cine todavía deje de ser una cosa de machos.

Pero, para un demonio cerrando puertas, aparecen 20 ángeles abriendo ventanas. Así es la ley de la vida en este planeta llamado tierra.

Total, el corto terminó con una mezcla de formatos digitales y le luce hasta lo más de bastante, hasta su corte actual se da el lujo de pavonearse con una pinta hasta lo más de sexy. 

El gran David Horacio Montoya, tal vez el Camilo Uribe de Medellín en el siglo 21 (por ser con solo 26 años, el cerebro detrás de lo mejor que se está rodando - ver la Calle Stereo, Leidy, etc -) le hizo varios homenajes involuntarios a ES DOMINGO: ´no le vas a tratar de ocultar la mezcla de formatos, es lo mejor de la película´. 

David también dijo que él se quería ir a vivir al campo, por el aire fresco. Lo dijo como comentario suelto, como al margen. Pero, para mí fue muy diciente teniendo en cuenta de que habíamos acabado de ver ES DOMINGO, un cortometraje donde la presencia del viento y la frescura del campo es hegemónica. 

Así las cosas, David era la segunda persona que la ha visto después de la productora ejecutiva (quien la aplaudió). Luego la vio Alejo Duque, un músico de Santa Elena y tampoco paraba de hacer comentarios. La retrocedía, criticaba, volvía y la retrocedía, se entusiasmaba.

La verdad es que la película todavía no está terminada. Por razones de fuerza mayor, (más de tres discos duros tostados en el camino, un cargador fundido, la batería del Mac arruinada, dos cámaras en el taller y un matrimonio rematado), ES DOMINGO tiene mucho de palimpsesto digital. 

La idea es que el lienzo no tenga tantas rescrituras. La idea es volver a traer las imágenes puritas y ponerlas en una nueva línea del tiempo. Lo que no quiere decir que desde un punto de vista creativo no haya llegado a su fin. Ha llegado. 

Ya no hay que pedirle al cerebro que piense en una estructura: ya está. Ya no hay que pedirle que seleccione los mejores planos: ya fueron escogidos. Ya no hay que buscarle un tono, ya no hay que encontrarle un look. Ya los tiene. Lo que fue, fue. Sólo falta un pincelazo de carpintería.

De este modo, me doy a la tarea de reabrir este blog, para escribir de lo que fue ES DOMIGO YNTAN, para poner en orden lo que a su vez de alguna manera trata de poner en orden la vida: un corto o un largometraje.

En próximas entradas, trataré de desatrasar cronológicamente lo que le pasó a la película, lo que ha dicho la gente que la vio, lo que le ha pasado y le va pasando después de haber sido terminada, lo que aportaron los que la iban viendo mientras la editaba, lo que le pasó con la gente que la atacó voluntaria e involuntariamente, lo que le pasó con la gente que la salvó. 

Me parece importante. Creo que es una forma de empezarla a ver. Es que me doy cuenta de que si la gente del común no puede ver, los que nos atrevemos a narrar con imágenes somos tan ciegos, tan ciegos.



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