martes, 25 de noviembre de 2014

Cine hecho con una camarita, cine sin tantos moñitos

Antojado de Bacifi

Se acerca el día del rodaje. He ido preparándolo despacio. Cada día un poco. Esperando que el corto se duerma, repose. Pero el corto no se ha ido a hibernar. No se deja. Nunca se ha dejado. Habla, vive, respira solo, bajo el agua de la inmaterialidad y sin necesidad de oxígeno.

He querido ponerlo en reposo, en la bandeja de los proyectos susceptibles de archivar y la historia sigue obsesionando, ilusionando, llamando.

Al principió, pensé que iba a ser sencillo. La peripecia la pensé para eso. Quise inspirarme en esas películas que hoy en día se ganan el Baicifi, hechas por 2 o tres personas.

 De hecho la meta de este proyecto es el BACIFI. Cine under, latino, narrativo, poderoso, independiente, furiosamente independiente.  Los largometrajes más interesantes para mí, son hechos por pocos y el BACIFI está lleno de ellos. Ojalá logre llegar allá.



Por ello escogí una sola locación y casi ningún diálogo. Para poder grabarlo con 2 o 3 personas como equipo técnico.

No fue así. Ahora me doy cuenta de que no era solamente escribir para una sola locación. También era escribir para un solo personaje. Hoy necesito 6 personajes principales y unos 15 extras.

Ciro Guerra dijo alguna vez que los proyectos más simples eran los más complicados de organizar, pues terminan pidiendo tanto o más como las super producciones. Ahora entiendo por qué.

QUIERO GRABAR ESTO SIN TANTO MISTERIO
No me lo estaba tomando en serio. Al proyecto, quiero decir. Pensé que iba a ser una idea más. Que se iría a traspapelar. No sucedió. La cosa ahora vive, es orgánica.

La idea creció. La gente que iba leyendo el guión, se iba enganchando.

Cometí un error: le mostré una idea interesante, de cine aparentemente simple, a un montón de gente.

A todo el mundo le gustó. Tal vez me dejé llevar por la vanidad. Me gustaba que la gente lograra conectar con el personaje, con el título.

ES DOMINGO YNTAN me ha dado un pequeña gloria sin haberlo grabado.

Hoy, 7 meses después, las palabras de Oscar Mario Estrada, realizador ilustre desconocido paisa, retumban en mis oídos: ´ Willie, no te dejés meter las manos en la película, no te dejés frenar, que en Medellín el cine es 99% novelería y un 1 por ciento colaboración´.  Entiendo, mucha curiosidad, chismorreo.

Mi frustración ahora radica en que el tiempo se va yendo. El tiempo se diluye siempre como arena dentro de un puño y así parece que el corto también. Soy un ansioso, lo sé. No sirvo para aplicar a becas o para dejar madurar una fábula. Creo en el primer impulso.




Debería sentirme satisfecho. He logrado acercarme a gente que siempre he querido tener cerca cinematográficamente hablando, como Santiago Gómez, por ejemplo. También fue un pretexto para unirme, más, a mis maravillosos alumnos de Fotografía este 2014. Igual, numerosas rumbas.

He disfrutado del proceso sin darme cuenta y he tenido la oportunidad de completar una faceta pedagógica de mi personalidad siempre latente, enseñándole a gente que no tiene la menor idea del oficio, así como abrir trocha en el arte de hacer cine en Santa Elena.

 Pero ya no soy ése qué cometía video un montón de años atrá. Recuerdo la primera vez que hice un corto. Sucedió igual. Mucha gente llegó por curiosidad, por ver qué era eso de hacer un corto.

En ese tiempo tenía fuerza,  nada me podía frenar. Era una tromba. Sabía tiranizarme, decir cosas insolentes, pisotear al que fuera, fanfarronear como lo hacen esos jóvenes cineastas que están triunfando hoy en día en Medellín.

El buen arte siempre ha sido una cosa de dictadores. Hipócritamente, la historia muy poco ha hablado de ello.

Hoy en día, ya no tengo esa energía. Oigo a la gente. Trato de creer en el carácter de ´trabajo en grupo´ del cine. Tomo decisiones teniendo en cuenta al otro. Quiero salvar el mayor número de amistades posible.

Vaya estupidez. A pocos días de rodar, me doy cuenta de que eso no sirve para nada. La gente siempre se va a sentir mal en estas historias. Por A o por B, en Colombia cuando actuás nadie queda intacto, alguien sale herido.

Tal vez no deba perder mi punto de partida, mi premisa: la idea no es vivir del cuento. No de este. De hecho no creo mucho en eso de ganarme la vida con el audiovisual. Me parece muy farsante el medio en general.

Y tampoco quiero tomarme este cortometraje demasiado en serio. Mucho menos hacer la película de mi vida. Creo que debo relajarme más. No estresarme ni dejarme estresar.  Hay gente que se vuleve muy melodramática con estas cosas creativas. Creen que van a cambiar la historia del cine cada vez que abren la boca. No puedo caer yo también en esa trampa.

Aunque sí tengo una historia en la cabeza, tengo muchas. Pero ya habrá tiempo de contarlas, de que se cuenten ellas solitas. Tengo un mundo narrativo y eso es muy distinto al audiovisual paisa. Quiero algún día no muy lejano hacer un largometraje y ahí sí vivir de él. Había decidido no hacer cortos más.  Hoy lo estoy pensando. Heme aquí, con un corto que quería tomar como un divertimento y ya no lo es tanto. Hace poco le dije al protagonista, a Santiago:

-  Hermano yo voy a hacer eso sin ponerle tanto misterio.
- Es que es mejor así - me contestó.

Cuando digo ´sin tanto misterio´, quiero decir sin tanto disfraz del que se usa en el cine para contar una historia.

 Este año me dejé llenar de misterio de un montón de gente en la preparación de este divertimento. Hoy quiero quitarle tanta maquillaje. Quiero hacer el cine que a mi me gusta. El cine inteligente, más no intelectual. Cine hecho con una camarita, cine sin tantos moñitos.















No hay comentarios:

Publicar un comentario