martes, 2 de diciembre de 2014

Día 2 de preproducción: NUESTRA PROPIA CANCIÓN DE AMOR


FOTO, POR HERNÁN VÁSQUEZ

- Este post va con música de Bob Dylan -

De alguna manera, Lucas es un personaje fronterizo, ahora me doy cuenta. Extra-radiero, outsider.

Siempre me han fascinado esos personajes tipo Douglas Coupland o Gus Van Sant o Jarmusch, que se van a vivir a los límites de algo geográfico, pero mentalmente también.

Hay mucho cine de suburbia, así, muy el Linklater de antes o el Oliver Stone de los 90.

Lo peor de todo (o lo mejor) es que yo me he convertido en uno de esos personajes. Lo que siempre he admirado, fuera de foco, lo he incorporado en mi relato personal. He terminado viviendo en Santa Elena, un lugar que si se mira bien, es bastante suburbial, excéntrico y, por tanto, más interesante.

Esto desde lo literario. Estético. Y muy dudosamente desde lo vivencial (no creo que Santa Elena sea el lugar exactamente para mí, aunque viva aquí. Prefiero Medellín mil veces para vivir, con todo lo nauseabundamente cementero que se ha vuelto).

Pero Santa Elena sí es el lugar para un montón de personajes de ficción, que existen y son reales.

No sé desde lo cinematográfico cómo se pueda captar esto, sin caer en el ruralismo. Santa Elena, como mucha periferia mundial, puede estar más conectada con el mundo de lo que puede llegar a estar Medellín misma, por ejemplo.

PERTENECIENTE A LA BANDA SONORA DE Es Domingo y no tengo a nadie:


Luego de vivir 10 años en Nueva York, he visto más actitudes cosmopolitas aquí, arriba, en la montaña. Medellín es una ciudad muy wannabe, pero no es.

Es, o la han vuelto sus últimas administraciones, en un conglomerado de catalanes sin Gaudí, californianos sin Bukowski, ingleses sin un Depeche Mode paisa. ¿Dónde está pues ese Woody Allen en Medallo pa´ que nos demos tantas ínfulas? ¿o ese Ray Man? Un montón de gente sola, vaya. Una masa estafada y estafeta. Todo un barrio Carlos E. Restrepo cortándose una oreja colectivamente 100 años antes de convertirse en pequeños Vincent Van Gogh.

Volví a Medellín por historias pero ya nada me pareció interesante. Toda la narratología se la absorbió la realidad de la guerra. En aquella ciudad sólo quedan la fábulas sociales. ¿Quién dijo que una ciudad sin melancolía podía ser posible?

En Santa Elena todavía queda el individuo. La naturaleza lo cuida. En Medellín el afán de ser centro, de pertenecer al centro ha destrozado a la persona.

Todo lo que pueda encontrar de interesante, hoy, lo puedo encontrar en Lucas. Un tipo muy de Santa Elena. Un joven con cierta información del futuro, muy dado a ser lastimado si se descuida ante la avanzada peligrosa de su tiempo, un Colombia de posguerra, amenazante, que se nos empieza a subir a todos pierna arriba.

Viendo NUESTRA PROPIA CANCIÓN DE AMOR, una película de ésas setenteras, suburbial, ultra periférica, en los extremos de un territorio, cintas que no se volvieron a hacer, pero que por fortuna de vez en cuando salen, siento que es posible, veo que también nosotros podemos hacerlo, tener nuestra propia canción. Y, si es de amor, mucho mejor.






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