Posteo este prólogo, porque considero que la publicación de este libro hizo parte del proceso de ES DOMINGO.
Me sirvió para pagar parte de la película y para encontrar un tono.
Mucha de su estética se metió en los contenidos de uno y otro, en un relación de simbiosis e hibridación.
Igual, la venta de este mi primer libro en papel, hizo que pudiera terminar la película sin endeudarme demasiado con la renta.
Gracias a todos los que lo compraron por aportar tanto a ES DOMINGO:
Me sirvió para pagar parte de la película y para encontrar un tono.
Mucha de su estética se metió en los contenidos de uno y otro, en un relación de simbiosis e hibridación.
Igual, la venta de este mi primer libro en papel, hizo que pudiera terminar la película sin endeudarme demasiado con la renta.
Gracias a todos los que lo compraron por aportar tanto a ES DOMINGO:
DOS AVIONES CRUZANDO EL CIELO
PRÓLOGO
Por Raúl Jaime Gaviria
Capítulos como canciones. Así son las letras de este libro, novela corta de William
Zapata Montoya. Willie, como se le conoce popularmente en el cotarro pop
academicista de Medellín, plasma todas su
frustraciones de cantautor independiente en una escena con la onda descrestada
cual emisora mal sintonizada. ´Era
un viernes de esos autoadhesivos. Era un viernes de esos que se te pegaba en el
cuero como un tatuaje. Era un viernes de aquellos, de tomar cerveza en la mañana y de ir al cine por la tarde y de pasear en
los callejones por la noche´… Así comienza el
pegadizo tema de Zapata, (porque en realidad estamos más frente a un one
hit wonder, que ante una pieza literaria) so pretexto de que tantos iPod
nanos quieras quemar, estimado lector.
Después del pistoletazo de salida, llega ese “pedacito de
gloria” que es, sin duda, la mejor forma de definir la literatura pop y la
manera en que el autor describe la necesaria dosis diaria de maná para sus entrañables
yonquis en DOS AVIONES CRUZANDO EL CIELO, título de relanzamiento de una obra que ya debería empezar a leerse más.
Sí: 2 AVIONES´ es para
leerse un página cada día o todo el libro en una tarde.
Intro-estrofa-estribillo-puente
o la perfecta estructura para soñar. No podían imaginar los tres de Baires la que iban a armar cuando
La ciudad de la furia llegó a todos los
hogares de Latinoamérica.
Willie,
ilustre narrador ninguneado, interpreta ese arte, lo vive y nos regala una
historia por cada canción seleccionada,
desarrollando el esquema aludido: ¡pin, pan, pun,
pop! No se permite el viejo truco de divagar y utiliza el relato corto adaptado
a la fuente de inspiración.
La canción pop es la manera más perfecta de novelar tres minutos de experiencia dentro
de una biografía de tres acordes y poética rockera. Están
compuestas las piezas de la otrora LLAMADAS EN EL SUBTERRÁNEO para usarse y se pueden adaptar a circunstancias y
necesidades. Son las pastillas revitalizantes con las que podemos sobrevivir en
multicolor dentro de un mundo gris.
Pueden
sumergirte en todo tipo de estados: lanzarte a las calles o encerrarte en una
dulce reclusión. Sirven de cuaderno de
bitácora o generan la más absoluta repulsión.
Están compuestas para no dejarte indiferente.
Tienen carácter multiuso. Para el fan (ver lista de comentarios al
final) son el guión de su película de una mujer amnésica en New York, le ayudan a superar dudas y prejuicios;
al romántico le sugieren la hermosa vía hacia el desamor que tan bien viste a una extended
mixed.
También están las estrofas
que conforman esta novela, las cuales te dan ganas de “invadir Polonia”, como
dice Woody Allen y, otras, en las que descubres que todos los problemas en los
que interviene la política no se resuelven para
el que los sufre de verdad. Pero la más
pura es aquella que relacionas con tus años
salvajes, cuando sigues en bus a tus ídolos
y rompes mesas bailando en garitos en cuanto sale por los bafles tu hit amado.
Y todo en el
pop es cuestión de unas gotitas de magia
y de no pasarse, es un frágil equilibrio
que se convierte en sólido, no vaya a ser que
nos pase como a Darcy y Rudovic, esos amantes de downtown inducidos por la pócima de cuadros pintaditos a 100 dólares la obra.
Es un arte. De
ahí que en nuestro corazón se queden las frases asesinas de Willie, las elegidas,
las que nos calzan, las de enmarcar, aquellas que dan con la fórmula maestra.
La
incomunicación, el I can´t get no satisfaction, es una constante sin la que no se
entiende el primer trabajo de cualquier grupo, y esa actitud punketa está en varios de los personajes de Zapata Montoya, quien
ahora ha decidido recluirse en su vieja antigua vida de niño suburbano frente a un documental eterno de NatGeo.
Son un catálogo de sentimientos básicos estas letras: de la traición a la decepción (¡ay mis trenes a Astoria, Queens! ¡qué gloria!), de
la euforia a la venganza (un tratado de política de recursos humanos en Darcy buscando un spa
mientras toda una Gran Manzana corre despavorida y expulsión al paraíso de un
olvido auto infrigido, ¡Sí señor!) y de la
relación paterno-filial (en el recurrente recuerdo de
Rudovic González).
¡Qué nostalgia y qué
risa nerviosa al leer el epígrafe de
Birdman! Se me hizo un nudo en la garganta al recordarla y, en un soplo,
comprobé que ya estaba mi congoja de niño almacenada en esa fono-videoteca de Alejandría que es el Pirate Bay revisitado, el Old, no el cerrado
por el FBI. Esa inocencia perdida que tan bien se recupera en estas páginas.
Las novelas
pop tienen un poder transformador y no tienen talla, son elásticas, ni S, ni L, ni XL, te sirven durante todo tu
crecimiento. Identifican periodos e incluso se los saltan y su efecto placebo
es conmovedor, aunque corres el riesgo de convertirte en adicto. Eso sí, son elixir de juventud que diría el maestro The Edge.
Pero todas
tienen un final en cada octava frase el capítulo, como mandan los cánones. Una posible continuación que se deja a nuestra imaginación. Muchos no tenemos el valor de escribir el último capítulo de esa
corta trama y lo dejamos en nuestro subconsciente, pero Willie es valiente y se
pone manos a la obra. Esa abstracción sonora de
corta duración pero larga emoción tiene aquí su
desarrollo, se amplía el mensaje o se torna,
si cabe, más atrayente y enigmático.
A todo ello
contribuyen las potentes y precisas ilustraciones homenaje a Coupland, hijas de
la misma cultura que ha marcado a nuestra generación. Así, tras un
golpe de varita, se convierten de cuentos en una especie de outtakes de las
propias novelas… ya no las vas a leer
igual, les añade valor.
Las novelas
pop son accidentes en nuestra vida, son lo que yo llamo pequeñas epifanías y sus
secuelas están perfectamente reflejadas
en estos magníficos cuentos camuflados,
escritos por un “diabético” de la insulina pop.
Recordando aquella canción mítica de Los Rodríguez:
El pop es nuestra enfermedad y la mejor terapia es dar rienda suelta a lo que
padecerla implica.
''Qué nostalgia y qué risa nerviosa al leer el epígrafe de Birdman! Se me hizo un nudo en la garganta al recordarla y, en un soplo, comprobé que ya estaba mi congoja de niño almacenada en esa fono-videoteca de.......'' Que buen prólogo! un buen augurio de lo que te espera en la novela. No sé si leerme la novela o invadir Polonia !!pop!. Buena esa Willy
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